Como estaba previsto, Sorata no iba a dejarnos partir tan facilmente. Como hay una única ruta de entrada y salida y esa ruta se desmorona regularmente desde hace años, tuvimos la oportunidad de quedar bloqueados durante un buen rato a la espera que algún milagro nos permitiera cruzar el barro. Los trabajos que ocuparon a nuestro acompañantes avanzaban con lentitud: en gran parte porque a la hora de empujar la camioneta cada uno tiraba para su lado. Creo que intentaban comprimir la camioneta con sus propias manos, y dios sabe cuan dificil es desastacar un vehiculo cuando todos, me refiero a todos los pasajeros, intentan comprimirlo manualmente.
Por suerte el camino se despejó con la llegada de una topadora que en más de una ocasión puso en peligro la integridad del bus y sus pasajeros. Luego vino la carrera del sálvese quien pueda, con nuestros queridos vecinos reprochandonos la lentitud por la cual avanzabamos por la montaña de barro que llaman ruta... Y un par de horas después, para bien o para mal, llegamos por quincuagésima vez a La Paz, a nuestro confortable agujerito del Hotel Bellavista, el hospedaje con las panorámicas más dramáticas de toda Bolivia.manufacture qui ressemble a une petite ville en soi
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