mardi 16 février 2010

Samedi 13 fevrier - Carnaval Oruro III



En este contexto debimos pasearnos constantemente con ponchos de plástico, armados hasta los dientes con el inevitable Rey Momo, y luchar mano a mano contra hordas de locales que con la excusa del juego aprovechan para agredir a los odiados "gringos". Y seamos claros: el Carnaval no es un ambiente para gente delicada ni para suceptibles.

Todos se comen su buena dosis de bombuchas pero los extranjeros somos las victimas número uno, y de lejos. Al principio te lo tomas con espiritu deportivo pero al cabo de uno días, para qué negarlo, empezas a sentirte un poquito incomodo, un poquito rodeado de rascistas, de rascistas borrachos, y eso arruina un poquito el espiritu de la fiesta. Por el contrario, las batallas epicas entre las tribunas enfrentadas en la ruta del desfile son una verdadera fiesta. Ahi uno se siente parte de un equipo, uno no muy agradable es verdad, pero un equipo al fin. Cuando una comparsa termina de pasar se produce un hueco que dura dos o tres minutos y ahi empieza el Apocalipsis. Cientos de bombuchas son lanzadas de un lado a otro, aleatoriamente y con bastante mala leche, mientras bajo las gradas una legión de cholas y niños se encargan de vender las "granadas" que pocos segundos despues van a estrellarse en, por ejemplo, la cara de una pobre abuelita que nada tiene que ver en el asunto. Luego se alzan los brazos de un lado o el otro, pidiendo una tregua pues ya llega la próxima fraternidad, se interrumpen las hostilidades, y todo vuelve a la normalidad hasta el próximo hueco, donde la batalla se reinicia, más feroz aun, hasta agotar las provisiones o lograr la rendición incondicional del enemigo...

J ai donc 3 gardes du corps pour affronter les jets d eau et de mousses car le bolivien carnavaleux qui ne danse pas a une cannette de biere dans une main et une arme aquatique dans l autre.
La rubia gringa que je suis est une cible tous azimuts!

Un des jeux consiste a envoyer des ballons remplis d eau tels des grenades sur les spectateurs du gradin d en face entre chaque passage de compagnie.
Fournisseur de ballons sous le gradin et vendeur de poncho sur le gradin.
Et cela continue dans la rue, toujours sur le quivive pour ne pas se transforner en flaque. le jeu s avere violent et rapidement lassant a notre sens mais la fete reste haute en couleur et en bonne humeur.

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